Historia de la Literatura colombiana : / Antonio Gómez Restrepo

Por: Gómez Restrepo, Antonio, 1869-1947 [autor]Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Bogotá : Imprenta Nacional, 1946Descripción: Tomo; 24x17 cmTipo de contenido: texto Tipo de medio: sin mediación Tipo de portador: volumenTema(s): Literatura colombiana -- Historia y críticaClasificación CDD: C860.09
Contenidos:
Tomo 4: Siglo xix ) - La nueva poesía - Los grandes románticos - Poetas menores
Resumen: Es un hecho comprobado por las experiencia, que las transformaciones literarias y artísticas no se realizan súbitamente, sino por medio de una evolución, más o menos larga. La naturaleza no procede a saltos. Lo nuevo, en sus orígenes, se enlaza forzosamente con lo antiguo. Así vemos que la gran revolución que se operó en todos los dominios del arte en las primeras décadas del pasado siglo, no fue obra de un día, sino e l futuro de una evolución, cuyo desarrollo se advierte en los iniciadores del romanticismo. Chateaubriand, padre del romanticismo francés, y quizá de toda la literatura de aquel país en la pasada centuria, ofrece en sus obras una curiosa mezcla de los procedimientos pseudoclásicos, patentes en sus poemas en prosa, y de las novedades que trajo el arte su ardiente imaginación y su apasionada sensibilidad. En Los mártires, una de sus obras capitales, hay cantos en que emplea la ya gastada máquina de la antigua epopeya, y otros, los mejores, que constituyen una grandiosa novela histórica, llena de pasión y de colorido, en que el estilo no responde a las reglas de la llamada prosa poética, sino es la expresión magnífica de un genio renovador. Análoga observación puede hacerse en los primeros poetas del romanticismo: lord Byron, en sus horas de pereza, no se aparta del gusto poético del siglo XVIII, del cual apenas quedan rastros en los poemas en donde dio expresión inmortal a las pasiones que agitaban su alma tempestuosa. De igual Modo, en las Meditaciones poéticas de Lamartine y en las Odas juveniles de Víctor Hugo, hay composiciones que recuerdan de manera lírica de Juan Bautista Rousseau(1); pero al través de esta certeza caduca se abre camino una fuente de inspiración nueva, los acordes de una música nunca oída. En España, el Duque de Rivas y Espronceda se inician con poemas de estructura clásica, para convertirse luégo en los astros mayores del romanticismo español. En escala mucho más modesta puede observarse el mismo fenómeno en el desarrollo de la poesía colombiana, sometida, durante el siglo XVIII y las primeras décadas del siguiente, a la influencia de un clasicismo acompasado y prosaico, reemplazada luégo por la brillante escuela romántica. Pero este cambio no se efectuó repentinamente, y podemos seguir el proceso de la transición en las producciones del primero, cronológicamente hablando, de los grandes poetas colombianos, don José Joaquín Ortiz.
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Tomo 4: Siglo xix ) - La nueva poesía - Los grandes románticos - Poetas menores

Es un hecho comprobado por las experiencia, que las transformaciones literarias y artísticas no se realizan súbitamente, sino por medio de una evolución, más o menos larga. La naturaleza no procede a saltos. Lo nuevo, en sus orígenes, se enlaza forzosamente con lo antiguo. Así vemos que la gran revolución que se operó en todos los dominios del arte en las primeras décadas del pasado siglo, no fue obra de un día, sino e l futuro de una evolución, cuyo desarrollo se advierte en los iniciadores del romanticismo. Chateaubriand, padre del romanticismo francés, y quizá de toda la literatura de aquel país en la pasada centuria, ofrece en sus obras una curiosa mezcla de los procedimientos pseudoclásicos, patentes en sus poemas en prosa, y de las novedades que trajo el arte su ardiente imaginación y su apasionada sensibilidad. En Los mártires, una de sus obras capitales, hay cantos en que emplea la ya gastada máquina de la antigua epopeya, y otros, los mejores, que constituyen una grandiosa novela histórica, llena de pasión y de colorido, en que el estilo no responde a las reglas de la llamada prosa poética, sino es la expresión magnífica de un genio renovador. Análoga observación puede hacerse en los primeros poetas del romanticismo: lord Byron, en sus horas de pereza, no se aparta del gusto poético del siglo XVIII, del cual apenas quedan rastros en los poemas en donde dio expresión inmortal a las pasiones que agitaban su alma tempestuosa. De igual Modo, en las Meditaciones poéticas de Lamartine y en las Odas juveniles de Víctor Hugo, hay composiciones que recuerdan de manera lírica de Juan Bautista Rousseau(1); pero al través de esta certeza caduca se abre camino una fuente de inspiración nueva, los acordes de una música nunca oída. En España, el Duque de Rivas y Espronceda se inician con poemas de estructura clásica, para convertirse luégo en los astros mayores del romanticismo español.
En escala mucho más modesta puede observarse el mismo fenómeno en el desarrollo de la poesía colombiana, sometida, durante el siglo XVIII y las primeras décadas del siguiente, a la influencia de un clasicismo acompasado y prosaico, reemplazada luégo por la brillante escuela romántica. Pero este cambio no se efectuó repentinamente, y podemos seguir el proceso de la transición en las producciones del primero, cronológicamente hablando, de los grandes poetas colombianos, don José Joaquín Ortiz.

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