Progreso económico y seguridad social / Allan G.B. Fisher

Por: Fisher, Allan G.B [autor]Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Series Sección de Obras de Economía: México : Buenos Aires (Argentina) : Fondo de Cultura Económica, 1949Descripción: 410 páginas ; 21x14.5 cmsTipo de contenido: texto Tipo de medio: sin mediación Tipo de portador: volumenTema(s): Crecimiento económico | Tecnología | Trabajo | Economía mundial 1939-1945 | Economía internacional | Seguridad social -- Aspectos económicos | Gran Bretaña -- Política económica -- 1939-1945Clasificación CDD: 330.1
Contenidos:
2: El problema económico - 3: Perspectivas económicas de la postguerra - 4: Seguridad - 5: La dinámica de una economía progresiva - 6: El desempleo cíclico y la adaptación a los cambios técnicos - 7: Las barreras al progreso - 8: La intensificación del ajuste estructural en el siglo XX - 9: Las lecciones de la guerra - 10: Un programa para los ajustes económicos estructurales - 11: Callejas sin salida - 12: Algunas soluciones de tercera categoría - 13: Planificación - 14: El ajuste económico internacional - 15: El ajuste económico internacional - 16: El ajuste económico internacional -
Resumen: Hasta 1939 los economistas mantuvieron el supuesto de que el principal problema económico en cualquier sociedad que tuviera medios a su disposición para aumentar el volumen de su producción era el de distribuir sus recursos, trabajo y capital, de modo que sus miembros pudieran, con la mayor rapidez posible, disfrutar tanto del mayor y más variado volumen de mercancías y servicios como la expansión de la producción pudiera aportar consigo, como fue compatible con el cultivo de los valores no económicos considerados importantes por la sociedad en cuestión. Este proceso exige algunos cambios, de cuando en cuando, en los hábitos del empleo y la inversión, cambios en relación con los cuales un "empresario", en la persona de un promotor al servicio de una firma de comercio o representante de un organismo oficial, deberá dar la dirección. Si el progreso de la ciencia hace posible la producción en gran escala de automóviles baratos, esta posibilidad sólo podrá convertirse en una realidad cuando algunos individuos, que antes habían encontrado empleo como granjeros o herreros u obreros textiles, sean adiestrados para trabajar en fábricas de automóviles o garajes, y si un capital que antes se hubiera invertido en mejoras agrícolas o en la construcción de ferrocarriles se pone a disposición de los que se dedican a la producción de automóviles. Estos cambios han traído frecuentemente consigo serias dificultades, tanto para el trabajo como para el capital; lo más sorprendente es la facilidad con que se han realizado con frecuencia en escala bastante considerable. Muchos no se han dado cuenta de la significación y amplitud de la silenciosa revolución revelada en la importancia relativa de las diferentes clases de empleo que, en todas partes se ha ido produciendo durante todo el período de nuestra propia vida, y que en realidad había ya empezado mucho antes. Si adoptamos la clasificación conveniente de la actividad económica en las tres tipos de producción primaria, secundaria y terciaria, comprendiendo la primaria las actividades agrícolas y mineras, dedicadas directamente a la producción de alimentos o materia primas de varias clases, la secundaria la manufactura en todas sus formas, y la terciaria un vasto residuo variado de actividades, dedicadas principalmente a la producción de "servicios", abarcando desde los transportes y el comercio, pasando por diversiones y educación, hasta las formas más elevadas del arte creador y la filosofía, podremos decir que en toda economía progresiva han habido un constante traslado de empleos e inversiones desde las esencias actividades primarias, sin cuyos productos la vida, incluso en sus formas más primitivas, sería imposible, hasta las actividades secundarias de todas clases, y en un grado aun mayor, en la producción terciaria. En algunos círculos ha llegado a ser una práctica común desacreditar algunos tipos modernos de la producción terciaria, alegando que podríamos pasarnos muy bien sin ellos, pues son meras excrecencias, que compiten injustamente con el verdadero "productor" en la distribución de los ingresos. Pero aunque el desperdicio es tan posible en la producción terciaria como en cualquier otra, y puede invertirse demasiado trabajo o demasiado capital en cauces terciarios, la experiencia de la época interbélica debería habernos enseñado lo importantes que han sido los servicios terciarios para elevar el nivel de la vida, incluso el de las personas con ingresos modestos.
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Gilberto Álzate Avendaño 330.1 F533 No para préstamo 76784
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2: El problema económico - 3: Perspectivas económicas de la postguerra - 4: Seguridad - 5: La dinámica de una economía progresiva - 6: El desempleo cíclico y la adaptación a los cambios técnicos - 7: Las barreras al progreso - 8: La intensificación del ajuste estructural en el siglo XX - 9: Las lecciones de la guerra - 10: Un programa para los ajustes económicos estructurales - 11: Callejas sin salida - 12: Algunas soluciones de tercera categoría - 13: Planificación - 14: El ajuste económico internacional - 15: El ajuste económico internacional - 16: El ajuste económico internacional -

Hasta 1939 los economistas mantuvieron el supuesto de que el principal problema económico en cualquier sociedad que tuviera medios a su disposición para aumentar el volumen de su producción era el de distribuir sus recursos, trabajo y capital, de modo que sus miembros pudieran, con la mayor rapidez posible, disfrutar tanto del mayor y más variado volumen de mercancías y servicios como la expansión de la producción pudiera aportar consigo, como fue compatible con el cultivo de los valores no económicos considerados importantes por la sociedad en cuestión.
Este proceso exige algunos cambios, de cuando en cuando, en los hábitos del empleo y la inversión, cambios en relación con los cuales un "empresario", en la persona de un promotor al servicio de una firma de comercio o representante de un organismo oficial, deberá dar la dirección. Si el progreso de la ciencia hace posible la producción en gran escala de automóviles baratos, esta posibilidad sólo podrá convertirse en una realidad cuando algunos individuos, que antes habían encontrado empleo como granjeros o herreros u obreros textiles, sean adiestrados para trabajar en fábricas de automóviles o garajes, y si un capital que antes se hubiera invertido en mejoras agrícolas o en la construcción de ferrocarriles se pone a disposición de los que se dedican a la producción de automóviles. Estos cambios han traído frecuentemente consigo serias dificultades, tanto para el trabajo como para el capital; lo más sorprendente es la facilidad con que se han realizado con frecuencia en escala bastante considerable. Muchos no se han dado cuenta de la significación y amplitud de la silenciosa revolución revelada en la importancia relativa de las diferentes clases de empleo que, en todas partes se ha ido produciendo durante todo el período de nuestra propia vida, y que en realidad había ya empezado mucho antes.
Si adoptamos la clasificación conveniente de la actividad económica en las tres tipos de producción primaria, secundaria y terciaria, comprendiendo la primaria las actividades agrícolas y mineras, dedicadas directamente a la producción de alimentos o materia primas de varias clases, la secundaria la manufactura en todas sus formas, y la terciaria un vasto residuo variado de actividades, dedicadas principalmente a la producción de "servicios", abarcando desde los transportes y el comercio, pasando por diversiones y educación, hasta las formas más elevadas del arte creador y la filosofía, podremos decir que en toda economía progresiva han habido un constante traslado de empleos e inversiones desde las esencias actividades primarias, sin cuyos productos la vida, incluso en sus formas más primitivas, sería imposible, hasta las actividades secundarias de todas clases, y en un grado aun mayor, en la producción terciaria. En algunos círculos ha llegado a ser una práctica común desacreditar algunos tipos modernos de la producción terciaria, alegando que podríamos pasarnos muy bien sin ellos, pues son meras excrecencias, que compiten injustamente con el verdadero "productor" en la distribución de los ingresos. Pero aunque el desperdicio es tan posible en la producción terciaria como en cualquier otra, y puede invertirse demasiado trabajo o demasiado capital en cauces terciarios, la experiencia de la época interbélica debería habernos enseñado lo importantes que han sido los servicios terciarios para elevar el nivel de la vida, incluso el de las personas con ingresos modestos.

Departamento De Antropología Y Sociología

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