Una meditación sobre la justicia en «Don Quijote de la Mancha» / Diego Antonio Pineda Rivera

Por: Pineda Rivera, Diego Antonio [autor ]Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Series Colección En Voz Alta: Bogotá : Pontificia Universidad Javeriana - Facultad de Ciencias Sociales, 2017Descripción: 145 páginas ; 18x12.5 cmsTipo de contenido: texto Tipo de medio: sin mediación Tipo de portador: volumenISBN: 9789587810837Tema(s): Cervantes Saavedra, Miguel ; 1547-1616 Don Quijote de la Mancha -- Crítica e interpretación | Filosofía en la literatura | Filosofía -- Sistemas y doctrinas | Literatura española | Justicia en la filosofía | Problemas sociales en la filosofíaClasificación CDD: 863.09
Contenidos:
1: las notas tónicas de una justicia superior: equidad, misericordia y ponderación. Los consejos de don Quijote a Sancho para gobernar la ínsula Barataria - 2: No hay justicia sin verdad, sin reparación y sin la garantía de no repetición de la injusticia ya causada: lo que nos muestra la aventura de Andrés -3: La aventura de los galeotes o las aberraciones de la justicia legal - 4: La administración de justicia y el sentido común: Sancho Panza como juez - 5: Justicia y paz o el hidalgo y el bandolero: don Quijote con Roque Guinart
Resumen: El presente ensayo se propone, de acuerdo con la idea esencial del género, poner a prueba ideas que fueron concebidas en la soledad de la lectura y la meditación. Se trata de algunas ideas germinales en torno a la justicia, que se fueron gestando en una lectura personal de esta obra sin par de la literatura universal que es El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra; ideas que, por cierto, se desarrollaban a medida que, como lector atento, me dejaba embelesar por cada una de las ocurrencias y aventuras de aquel viejo hidalgo que, de tanto leer libros de caballerías, y de tanto enfrascarse en ellos, "del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio" De ese mismo que luego se hizo ordenar caballero andante y comenzó a vivir todo tipo de aventuras de la mano de su fiel escudero Sancho Panza. ¿Perdió el juicio? sin duda. ¿De qué otra manera se puede explicar que confundiera las ventas con castillos y los molinos de viento con gigantes? ¿O que se enamorara de la simple y sencilla Aldonza Lorenzo, a la que, a pesar de no haber visto más de una vez, hizo la dama de sus pensamientos, el motivo de sus hazañas y el sujeto de aquellos encantamientos que tan duramente padecía Sancho Panza? sí, es cierto, estaba loco; pero en su locura había una traza de sabiduría que resulta innegable para quienes se atreven a acompañarle en cada uno de sus emprendimientos, en esas charlas en que pretende instruir a Sancho o en los diálogos y discursos que tiene con los distintos personajes que se atraviesan en su camino. Su sabiduría no es una sabiduría libresca, a pesar de toso los libros de caballerías que ha leído. Don Alonso Quijano es un hombre de acción. Su misión no es enseñar nada, sino luchar por un mundo más justo: proteger a viudas y huérfanos, ofrecer consuelo a todos los que sufren e incluso liberar de las garras de la justicia oficial a todos los que, aun culpables, merecen compasión y misericordia. La misión del Caballero andante se resume en una sola: hacer prevalecer la justicia en el mundo.
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1: las notas tónicas de una justicia superior: equidad, misericordia y ponderación. Los consejos de don Quijote a Sancho para gobernar la ínsula Barataria - 2: No hay justicia sin verdad, sin reparación y sin la garantía de no repetición de la injusticia ya causada: lo que nos muestra la aventura de Andrés -3: La aventura de los galeotes o las aberraciones de la justicia legal - 4: La administración de justicia y el sentido común: Sancho Panza como juez - 5: Justicia y paz o el hidalgo y el bandolero: don Quijote con Roque Guinart

El presente ensayo se propone, de acuerdo con la idea esencial del género, poner a prueba ideas que fueron concebidas en la soledad de la lectura y la meditación. Se trata de algunas ideas germinales en torno a la justicia, que se fueron gestando en una lectura personal de esta obra sin par de la literatura universal que es El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra; ideas que, por cierto, se desarrollaban a medida que, como lector atento, me dejaba embelesar por cada una de las ocurrencias y aventuras de aquel viejo hidalgo que, de tanto leer libros de caballerías, y de tanto enfrascarse en ellos, "del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio"
De ese mismo que luego se hizo ordenar caballero andante y comenzó a vivir todo tipo de aventuras de la mano de su fiel escudero Sancho Panza.
¿Perdió el juicio? sin duda. ¿De qué otra manera se puede explicar que confundiera las ventas con castillos y los molinos de viento con gigantes? ¿O que se enamorara de la simple y sencilla Aldonza Lorenzo, a la que, a pesar de no haber visto más de una vez, hizo la dama de sus pensamientos, el motivo de sus hazañas y el sujeto de aquellos encantamientos que tan duramente padecía Sancho Panza? sí, es cierto, estaba loco; pero en su locura había una traza de sabiduría que resulta innegable para quienes se atreven a acompañarle en cada uno de sus emprendimientos, en esas charlas en que pretende instruir a Sancho o en los diálogos y discursos que tiene con los distintos personajes que se atraviesan en su camino.
Su sabiduría no es una sabiduría libresca, a pesar de toso los libros de caballerías que ha leído. Don Alonso Quijano es un hombre de acción. Su misión no es enseñar nada, sino luchar por un mundo más justo: proteger a viudas y huérfanos, ofrecer consuelo a todos los que sufren e incluso liberar de las garras de la justicia oficial a todos los que, aun culpables, merecen compasión y misericordia. La misión del Caballero andante se resume en una sola: hacer prevalecer la justicia en el mundo.

Departamento De Lingüística Y Literatura

Español

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